El 20 % de la población adulta sufre dolor crónico

 

 

Hoy, 17 de octubre, se celebra el Día Mundial del Dolor. Una efeméride promovida por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 2004.

 

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo define como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño en algún tejido, actual o potencial”. Una experiencia que sufren un alto porcentaje de personas, en muchas ocasiones por una evaluación incorrecta, falta de tratamiento o tratamiento inadecuado o debido a sus características o dificultades psicológicas, físicas, de comunicación o circunstancias sociales.

Además, la sensación de dolor contiene un componente emocional desencadenado por el sistema nervioso, algo que lo hace subjetivo y complejo, influyendo en todas las facetas de la vida.

 

Hay dos tipos de dolor: Agudo y crónico. En general, el dolor agudo aparece de manera repentina debido a una enfermedad, lesión o inflamación, y en la mayor parte de los casos puede ser diagnosticado y tratado. El dolor crónico es muy duradero en el tiempo y puede causar problemas graves.

 

La prevalencia del dolor crónico es muy elevada y deriva en una notable pérdida de la calidad de vida, especialmente por las mujeres, que duplican el porcentaje con respecto a los hombres. Según los expertos, el 20% de la población adulta sufre dolor crónico.   

 

El dolor no siempre es curable, pero hay muchas formas de tratarlo dependiendo de la causa y el tipo de dolor.

 

Este tratamiento del dolor puede abordarse desde dos aspectos: el farmacológico y el físico, complementados en ocasiones con terapia psicológica o conductual. En el tratamiento farmacológico es importante hacer un uso responsable de los analgésicos y otros medicamentos utilizados y siempre con el conocimiento y seguimiento por parte del profesional médico y farmacéutico. Por su parte, en el tratamiento físico, está demostrada la eficacia de algunas técnicas específicas de fisioterapia, masajes o los ejercicios de relajación, entre otros.

 

Desde el equipo de profesionales del Hospital San Rafael queremos ponernos a disposición de todas las personas que sufren por esta causa desde la profesionalidad, la humanización de la asistencia y la hospitalidad, frente a las dificultades para seguir velando por el bienestar físico y emocional de los que nos necesiten.