El Hospital San Rafael atiende anualmente a más de 200 pacientes que han sufrido un ictus a través de su Unidad de Neurorrehabilitación altamente especializada.
Según datos de la Sociedad Española de Neurología, en nuestro país, cerca de 120.000 personas sufren un ictus al año, de las cuales alrededor de 40.000 fallecen. Además, alrededor de un 30% de los pacientes sufren algún tipo de discapacidad tras un ictus, lo que supone que actualmente más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un infarto cerebral, según la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias.
En este sentido, la fisioterapia neurológica utiliza técnicas para tratar esas secuelas de lesiones del sistema nervioso central o periférico a través de ejercicios que influyen directamente en la mejora de las capacidades físicas y las alteraciones estructurales y sensitivas, con un objetivo: rehabilitar la capacidad y eficacia de los movimientos para una adaptación lo más óptima posible a la realización de las actividades cotidianas de la vida diaria del paciente. “Cuando se produce un daño en el sistema nervioso central o periférico existe un tiempo de rehabilitación donde se producen nuevas conexiones, proceso llamado neuroplasticidad. De ahí la importancia de estimular y guiar los ejercicios para conseguir recuperar los movimientos perdidos. Estos conjuntos de técnicas mejoran el día a día del paciente, su calidad de vida y su autonomía”, explica el responsable del Centro de Fisioterapia y Medicina Rehabilitadora San Rafael, José María León.
La importancia de la readaptación funcional individualizada
La parálisis o pérdida de movilidad muscular es una de las consecuencias más habituales de un ictus, de ahí la importancia de la readaptación funcional. En este sentido, el seguir un programa de ejercicios de fisioterapia que se dirigen a áreas y funciones específicas, el paciente puede recuperar su coordinación, fuerza y rango de movimiento de todo el cuerpo, que se ha visto afectado tras este accidente cerebrovascular. “Nuestro tratamiento desde el campo de la fisioterapia se engloba en un trabajo multidisciplinar en continua interacción entre los distintos profesionales del centro. Desde el médico responsable del estado general del paciente en planta, pasando por el rehabilitador, que valora la evolución funcional o la indispensable atención por parte del equipo de enfermería que están al cuidado del bienestar físico y atencional del paciente”, profundiza José María León. “Esto se une al trabajo transversal desde neuropsicología, logopedia y el abordaje imprescindible desde la terapia ocupacional buscando optimizar las capacidades funcionales del paciente en los quehaceres diarios”.
De este modo, la intensidad del tratamiento rehabilitador influye proporcionalmente en el resultado funcional, por lo que todo el proceso debe ir adaptado a la afectación particular de cada paciente de manera plenamente individualizada. No obstante, de forma general, se precisa conseguir una buena representación del esquema corporal y actividad sensitivo-motora que le permita controlar su posición en cama, sentado, de pie y caminando, si fuese posible. “Buscamos siempre que nuestros pacientes recuperen la máxima funcionalidad posible, pero en este proceso que resulta complicado para ellos, también es fundamental trabajar desde la empatía, proximidad y máximo rigor técnico, pero sin perder el toque distintivo cercano y, por qué no decirlo, con buen humor para hacer al paciente este proceso lo más agradable posible”, afirma León.
El caso de Pablo
Pablo, paciente de 47 años, lleva acudiendo desde el mes de septiembre al Centro de Fisioterapia y Medicina Rehabilitadora San Rafael, en el que recibe tratamiento fisioterápico tras sufrir un accidente cerebrovascular en el mes de febrero. A Pablo le detectaron de pequeño una malformación arteriovenosa, que tras pasar los 40 años ha derivado en un ictus hemorrágico. “Soy enfermero, pero, además, en mi vida ocupaba un importante lugar el cuidar de mi madre. El ictus provocó una afectación en toda la parte izquierda de mi cuerpo que ha paralizado mi vida, tal y como la conocía”, explica Pablo. “Cosas tan cotidianas y reconfortantes como salir a hacer cualquier actividad, bailar, conducir… o simplemente, tareas diarias en mi profesión como coger una vía, me resultaban imposibles y a esa incapacidad física se une el choque emocional que eso supone”.
El tratamiento personalizado del equipo multidisciplinar del Centro San Rafael está permitiendo una evolución constante en las capacidades funcionales de Pablo y lo que es igual de importante, una readaptación y vuelta progresiva a la normalidad del paciente. “Hace dos meses para mí era impensable volver a caminar. Sin embargo, estos profesionales son una genialidad y estoy viendo avances progresivos y completamente eficaces, que no solo trabajan en el centro, sino que continúan el seguimiento en planta diariamente”, cuenta el paciente de San Rafael. “Dos meses después he vuelto a poder caminar, a dar mis primeros pasos, a hacer trasferencias de la cama a la silla sin necesidad de ayuda… Tan solo el hecho de poder ir al baño yo solo supone un cambio radical en mi autonomía”, explica. “Para alguien que ha pasado por una experiencia como la mía, el volver a caminar y a recuperar las actividades más cotidianas es emocionante e ilusionante, y la alegría de volver a recuperarte es indescriptible”
Unidad de Neurorrehabilitación
El Hospital San Rafael, a través de su unidad de neurorrehabilitación altamente especializada para pacientes con daño cerebral adquirido proporciona un modelo de atención interdisciplinar e individualizada, a través de un equipo de expertos altamente especializado en el tratamiento medicoquirúrgico y la rehabilitación integral de las personas con lesión medular, daño cerebral adquirido u otra discapacidad de origen neurológico; y con el más alto nivel de humanización de la asistencia, a nivel científico y técnico.
La neurorrehabilitación es un proceso activo por medio del cual los individuos con alguna lesión o enfermedad neurológica pueden alcanzar la recuperación integral más óptima posible, que les permita su desarrollo físico, mental y social de la mejor forma, para integrarse en su medio ambiente de la manera más apropiada.
Dado que la situación clínica va modificándose con el paso del tiempo, las necesidades rehabilitadoras van también evolucionando, confiriéndole al proceso rehabilitador un carácter dinámico y sujeto a continua revisión.
En este sentido, los profesionales realizan un seguimiento periódico de la consecución de los objetivos planteados mediante reuniones de equipo, desarrollando evaluaciones exhaustivas antes y después del programa de intervención.